Sé que puede ser un tema muy susceptible, pero te lo quiero contar.

Me comentaba un buen amigo y colega, que hace un tiempo atrás un jefe le pregunto cómo haría para mejorar en su trabajo. Luego de mi amigo contestar cómo, terminó su explicación diciendo que lo lograría “si Dios quiere”, a lo cual el jefe le contesto; “Sr, Dios siempre quiere. Quiera usted también”.

Creo que tenía y tiene razón. Yo; si me permites ponerme como ejemplo, creo que Dios siempre quiere nuestro bien, pero ¿Quiero yo?

Cuando de decisiones se trata, es indudable que hay que pensarlas, particularmente si requiere de acciones grandes o pequeñas que repercutirán en nuestro futuro. Sin embargo, una vez tomada la decisión, hay que tomar acción.

Por ejemplo, hoy 1 de enero del 2015, es el momento de tomar acciones para conseguir lo que nos hemos propuesto para este año. Suena fácil, ¿verdad?, pero no lo es.

El problema para muchos de nosotros, es que una vez tomada la decisión, en vez de tomar acción, nos sentamos a “racionalizar” en torno a diferentes posibilidades. Y aun habiendo decidido que “sí”, suele surgir entonces un “pero” que por lo general es uno tan grande, que nos imposibilita tomar acción.

Procrastinamos, y dejamos las cosas que podemos hacer hoy para mañana. Y si a esa decisión sin acción le sumamos otras más, con el paso del tiempo se convierte en un hábito monstruoso difícil de vencer y que suele marcar nuestras vidas negativamente.

Peor aún, más tarde atribuimos la responsabilidad de lo que nos ha pasado, nos pasa y nos pasará, a entes externos como otra persona, otra situación, la economía, el gobierno y a veces hasta en un ser más grande que nosotros mismos.

Siempre he pensado que el fracaso como el éxito, son una sucesión de eventos de acción y no acción y que tanto el éxito como el fracaso, no suelen ocurrir de la noche a la mañana como por arte de magia.

El éxito para mí, es una sucesión de continuas acciones que tomamos para conseguirlo, y el fracaso; en muchos casos, es una sucesión de acciones que dejamos de tomar.

El éxito para mí, es una sucesión de continuas acciones que tomamos para conseguirlo, y el fracaso; en muchos casos, es una sucesión de acciones que dejamos de tomar.

Estimado Colega, yo creo que Dios siempre quiere nuestro bien. De hecho, puede que por este mismo bien, las cosas pasen o no pasen, pero no podemos; cualquiera sea el propósito de Dios, esperar inertes, porque después de todo, “si ha de ser, también depende de ti”.

No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy. ¡Manos a la obra! Es hora de ponernos en acción.

Te deseo que cumplas todos tus objetivos, logres el más grande de los éxitos, pero sobre todo que seas inmensamente feliz.

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